lunes, 31 de marzo de 2014

No estés tan seguro

Desconfío de las personas excesivamente seguras. De las que lo saben todo. De las que no dudan. De las que siempre tienen una opinión formada. De las que pretenden abrumar con sus comentarios. No es solo mi caso, la mayoría respondemos igual.


No es posible saberlo todo sobre un tema. Puedes ser una autoridad pero siempre tendrás lagunas. Mostrar tu desconocimiento no es malo. Por el contrario, enseñar tu lado vulnerable hace que los demás se relajen y confíen en ti. Si muestras tu ignorancia sobre algo, tu verdadero conocimiento adquiere más valor. "Será cierto lo que dice ya que admite lo que no sabe" suelen pensar los demás. En añadidura las opiniones tajantes promueven el rechazo.
Años de trato con clientes me han convencido de que no hay nada peor que ocultar lo que ignoras, tratar de mostrar que lo sabes todo o dar una respuesta no fundada sobre cualquier tema. Desde luego, cuanto más sepas mejor, pero nadie está en la obligación de saberlo todo. Además es muy fácil pillarte en una mentira, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo, cuenta el refrán. Siempre es mejor decir: no lo se, lo estudio y te respondo.
El que lo sabe todo no tiene nada que aprender. Esta es la peor actitud en la vida. Siempre hay algo que aprender de los otros. Y es bueno hacerles saber que les escuchas, que tienen algo que decir y enseñarte, aunque tú seas la autoridad en la materia. Si tenemos dos oídos y una boca es porque tenemos que escuchar dos veces antes que hablar, dice un proverbio árabe.
Desde luego no puedes dudar de todo. Dos y dos son cuatro. Debes de tener certezas sobre las que construir tu parlamento y no puedes discutir cosas obvias. Pero se humilde, ayuda.
Nada tan estúpido como vencer; el verdadero triunfo está en convencer. (Victor Hugo)
Algo semejante apunta Baba Shiv, profesor de Stanford Business School. Da un discurso rotundo y tendrás muchas personas en tu contra. Deja por el contrario que existan aspectos sin pulir para que los demás quieran intervenir y se apropien de la idea, la hagan suya.
No les venzas, convéncelos. Atráelos hacia ti, haz que tu discurso cale hondo.

lunes, 17 de marzo de 2014

Neuronas cultivadas en laboratorio también duermen

El sueño es desconcertante. Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, 24 años, una buena parte soñando y apenas sabemos nada sobre dormir y soñar. Algunas cosas están claras, como que si no dormimos morimos o si no soñamos también. Otras parecen indicar que sirve para reordenar nuestra mente. Ahora un nuevo estudio revela que neuronas cultivadas en un recipiente de laboratorio acaban sincronizándose en una actividad muy semejante al sueño.

Todos los animales duermen. Una explicación clara es que están despiertos solo cuando interesa. Estar en vela el resto del tiempo provoca un gasto energético y una exposición a peligros que en nada beneficia a la vida. Como ejemplo, algunos murciélagos duermen 20 horas al día y solo están despiertos en las horas en las que pueden atrapar mosquitos. Muchos animales hibernan. Incluso las plantas tienen largos periodos de inactividad cuando el clima no es propicio.
Descansar tiene también una función reparadora obvia. Se reponen muchos de los elementos gastados o deteriorados durante la actividad diaria. Nuestra experiencia es evidente en esto, nos acostamos cansados y despertamos descansados.
Lo que está menos clara es la función de soñar. Las aves y mamíferos tenemos fases desueño REM, en los que soñamos. Lo sabemos porque las ondas del electroencefalograma EEG son reconocibles y porque los ojos se mueven rápidamente (Rapid Eye Movement). Los ciclos de sueño REM en humanos son bien conocidos. Unos cinco periodos en la noche, cortos al principio de la misma y largos e intensos poco antes de despertar. Aunque la actividad neuronal en el sueño REM es similar a los momentos de vigilia diurna, existe una atonía muscular. Es como si fuera necesario un mecanismo de protección adicional para que los músculos no obedezcan a los mandatos del sueño.
Los delfines sueñan con medio cerebro. A pesar de ello pueden sortear obstáculos y moverse libremente. Esto parece indicar que necesitan soñar como el resto de mamíferos pero no pueden desconectar por completo del medio ambiente.
El contenido de los sueños ha sido objeto de especulación desde las épocas más remotas. Ni los antiguos oráculos ni las floridas explicaciones de Freud han ayudado a interpretarlos. En un reciente experimento se ha observado que las ratas sueñan, como nosotros, con los acontecimientos del día. En el hipocampo existen las llamadas células de lugar que nos permiten posicionarnos en el entorno físico. La evidencia del estudio es que las ratas recorren mentalmente durante el sueño el laberinto en el que han estado durante el día. Y cuando oyen, mientras sueñan, un sonido asociado con “la comida está a la derecha”, las células de la derecha del hipocampo se activan. Esto sugiere además que podemosmanipular los sueños. También sabemos que podemos aprender mientras dormimos.
Con bastante probabilidad soñamos para reordenar los contenidos mentalesLa analogía con los ordenadores es tentadora. Un gran centro de proceso de datos (por ejemplo un banco) procesa transacciones durante el día atendiendo a los clientes. Pero durante la noche se ejecutan procesos por lotes, batch, que reordenan todos los datos y hacen copias de seguridad. Es como si se realizara una defragmentación del disco duro en un ordenador doméstico. Una parte esencial del sueño parece ser comprimir la información, extraer lo relevante, consolidarlo en la memoria a largo plazo y olvidar el resto.
Desconocemos cómo lo hacen exactamente, pero lo cierto es que las neuronas sesincronizan, se disparan a la vez. Esto lo hacen mostrando unas ondas características que se pueden medir en el EEG y se llaman alfa, beta, gamma… Creemos que la conciencia es en parte el resultado de sincronizar áreas remotas del cerebro: al pensar en una manzana se disparan a la vez las áreas responsables de su olor, de su forma, de su nombre, de nuestras experiencias con manzanas…

El nuevo experimento es fascinante. Las ondas cerebrales del sueño son reconocibles: sueño REM y sueño de ondas lentas. Al cultivar neuronas en un laboratorio resulta que tienden a sincronizar espontáneamente su actividad. En un ritmo muy lento, mucho más lento que el sueño, pero con un patrón parecido. Cuando se sumistra un cóctel de neurotransmisores a las neuronas cultivadas, estas se activan como si despertaran. Un tiempo después, recuperan su ritmo lento y vuelven a dormirse.
Las neuronas no necesitan estar dentro de un cerebro para dormir, lo llevan muy dentro de sí.
Nota: Es fastidioso que sueño sea en español una palabra polisémica con dos significados tan próximos, el acto de dormir y el acto de soñar. Espero no haberte confundido.

lunes, 3 de marzo de 2014

Ningún nuevo medicamento psiquiátrico en 30 años

A pesar de los esfuerzos de investigación y de la inmensa importancia de la enfermedad mental, las compañías farmacéuticas han sido incapaces de sacar al mercado ni un solo nuevo medicamento en el área de salud mental en los últimos 30 años.

Las compañías farmacéuticas se mueven por el beneficio, como cualquier otra empresa. La enfermedad mental es desgraciadamente muy común. La lógica dice que las compañías deberían invertir y desarrollar moléculas que aliviaran este gigantesco problema. El caso es que, pese a los esfuerzos realizados, han sido incapaces de avanzar en este área. Todos los nuevos medicamentos son en realidad reformulaciones de unas pocas sustancias descubiertas hace muchos años. Esto tiene como consecuencia que estas empresas dejen de invertir en el área de la salud mental. No interesa.
Los principales medicamentos contra la enfermedad mental son los antidepresivos, los antipsicóticos y los ansiolíticos. Los descubrimientos fueron bastante casuales y se basaban en observaciones clínicas, no habían sido diseñados siguiendo la pauta: conozco el problema, desarrollo el medicamento, lo pruebo y lo comercializo. Estos medicamentos producían su efecto mediante un mecanismo desconocido que solo tiempo después se fue averiguando.
En la actualidad tales medicamentos no habrían sido descubiertos ya que no hay una base genética o molecular que diga cuál es el problema en una psicosis. Más aún, con la enfermedad mental los modelos animales no sirven. ¿Cómo sabemos que un ratón es esquizofrénico, autista, depresivo o ansioso? ¿Cómo sabemos que se ha curado?
Un buen modelo de descubrimiento de nuevas drogas es el cáncer. Conocemos la biología del cáncer, los genes involucrados y podemos diseñar moléculas que lo combatan. Podemos diseñar cepas de ratones con cáncer y realizar pruebas con ellos. Y todavía más importante: sabemos que no existe un solo cáncer. Distinguimos entre un cáncer de mama y uno de pulmón, los investigamos por separado y los tratamos de forma distinta. Por ello el cáncer concentra la inversión de las compañías farmacéuticas. Avanzamos contra él y la inversión es rentable.
Pero el cerebro es enormemente complejo. Cuando hablamos de esquizofrenia no sabemos muy bien a qué nos referimos. No es una enfermedad sino un conjunto muy heterogéneo de desórdenes difícilmente clasificables. Y naturalmente desconocemos los genes involucrados así como la bioquímica de la enfermedad. De este modo, ¿cómo vamos a progresar? Peor aún es la depresión. Desde un desorden completamente incapacitante a un pequeño síntoma que todos podemos padecer en algún momento. ¿Qué es la depresión?
La evolución del modelo farmacéutico contra la enfermedad mental ha fracasado. En el futuro la estrategia debe de cambiar. El estudio bioquímico de la enfermedad mental es imprescindible. También la catalogación de los distintos síndromes y enfermedades mentales. Solo así podremos disponer de nuevos medicamentos que alivien el sufrimiento que comporta la enfermedad mental.