Una serie de experimentos ha mostrado que los cuervos resuelven un problema físico de forma similar a los niños de hasta 8 años. A partir de este momento, los niños superan a los córvidos.
Estamos acostumbrados a quedar deslumbrados por las habilidades que muestran algunos mamíferos de nuestro entorno. Muchas de las conductas de perros y gatos nos parecen muy inteligentes. Si subimos en la escala evolutiva, las destrezas de los delfines parecen mágicas. Y cuando llegamos a los primates, resultan ser casi humanos. Lo increíble es que descendiendo en la escala nos encontramos con un animal sumamente habilidoso: el cuervo, que ni siquiera es mamífero.
Los cuervos fabrican herramientas. Son capaces de doblar un alambre para formar un gancho y extraer un cesto de un tubo. Los cuervos manejan monedas. Frente a una máquina expendedora, aprenden a usar fichas para que la máquina proporcione comida. Después cambian otros objetos por fichas. En un grupo, unos aprenden de otros y al final todos usan las fichas. Los cuervos dejan caer nueces en un semáforo y esperan pacientemente a que un coche pase y las abra para luego ir a comerlas. La red está llena devídeos de estos inteligentes animales. Se cuenta un divertida anécdota de unos dos estudiantes que hicieron unos experimentos con unos cuervos a los que después liberaron. Los cuervos y los estudiantes siguieron viviendo en el campus universitario. Durante su estancia, los estudiantes sufrieron el acoso de los cuervos que les reconocían, perseguían y molestaban por el campus. Los alumnos se graduaron y volvieron en una ocasión a su antigua universidad. Los cuervos los reconocieron y reanudaron el acoso.
El conocimiento de la inteligencia de los cuervos viene de lejos y Esopo escribió en los tiempos de la antigua Grecia una de sus célebres fábulas sobre un cuervo. El animal llega sediento a una jarra con agua. Mete el pico y no llega a beber. De modo que toma unas piedras y las va echando en la jarra hasta que el nivel del agua sube y puede comenzar a beber. Esta fábula responde a la realidad y está en la base de varios experimentos realizados con cuervos.
El paradigma de la fábula de Esopo proporciona un método increíblemente útil para comparar el aprendizaje causa-efecto y la comprensión de los mecanismos subyacentes como la física popular. Estamos pensando extender este paradigma para comprender realmente que ocurre en las cabezas de los adultos, niños y animales cuando se enfrentan a problemas en el mundo físico.
En el nuevo estudio se compara a los cuervos con los niños. La tarea es similar. Un gusano flota en el agua pero el cuervo no puede alcanzarlo. Toma unas piedras y las va echando en el agua hasta que el nivel sube y puede tomar el gusano. Los cuervos y los niños de 5 a 7 años tardan unos 5 intentos de media en resolver el problema. Otras variaciones son semejantes. Si las piedras son de distinto tamaño, eligen las grandes para acabar antes. Si tienen a su alcance un material como un plástico que flote, no lo usan intuyendo que no subirá el nivel. Si el tubo no tiene agua sino arena, no tiran nada sabiendo que no lograrán que aumente la altura de la arena. Tanto los niños como los cuervos tienen una física intuitiva.
Sin embargo, a los 8 años, la forma de pensar cambia. Los niños son capaces de conseguirlo al primer intento. En otro experimento la solución parecía mágica. Dos vasos estaban comunicados de forma oculta. Una de las bocas tenía la recompensa pero era estrecha para las piedras. De modo que había que echar piedras en una boca para que subiera el nivel del agua en la otra y así obtener la recompensa. Los cuervos fueron incapaces. Para los niños no representa una dificultad que el mecanismo sea desconocido, mágico o imposible.
La misión del niño es aprender acerca del mundo. y no pueden hacerlo cuando están limitados a una idea preconcebida sobre lo que es o no es posible. Para un niño, si funciona, funciona.
En todo caso, un respeto para los inteligentes cuervos, un pariente de los cuales, la urraca, robó y escondió unas joyas protagonizando nada menos que una ópera, La gazza ladra.
Artículo publicado originalmente en ALT1040
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