Los avances en neurociencia, en concreto en neuroimagen, así como el mayor conocimiento de los estados y procesos mentales comienzan a tener influencia en los tribunales donde el detector de mentiras empieza a llamar a la puerta.
El interés cada día mayor se refleja en los distintos blogs que recogen informaciones al respecto. The Law and Neuroscience Blog ; StanfordLawSchool ; AbaJournal ; Neuroethics & Law Blog ; Wired
La memoria reconstructiva: confabulando el pasado, simulando el futuro y La memoria es un mal testigo son dos excelentes artículos que ponen en duda la fiabilidad de la memoria y por lo tanto la del testigo de un juicio.
"Recordar no es una función completamente independiente y distinta de percibir, imaginar o incluso del pensamiento constructivo, sino que tiene relaciones íntimas con ellos ... El recuerdo que uno tiene de un acontecimiento refleja una mezcla de la información codificada en el momento en que ocurrió, además de inferencias basadas en el conocimiento, expectativas, creencias y actitudes procedentes de otras fuentes."
Grabamos un acontecimiento en nuestra memoria según nuestra situación anímica e intelectual del momento. Destacamos algunos rasgos y acentuamos otros de modo que cuadren mejor con nuestra forma de pensar, modificamos los recuerdos cuando los traemos a la mente, los cambiamos con nuevas informaciones y finalmente los recordamos distintos según el contexto y la forma de ser preguntados. El testimonio es esencial en un juicio y sin embargo sabemos que la probabilidad de que sea erróneo es alta.
El escaner cerebral mediante resonancia funcional magnética fMRI es la joya de la neuroimagen. Permite en esencia saber que áreas del cerebro son más activas durante una determinada tarea. Es lo más próximo a leer la mente que existe. Se puede averiguar dónde ha estado una persona (eligiendo entre pocas localizaciones), en qué objeto pensaba (entre unos pocos) o qué está viendo (algunas letras). Su precisión es tosca y requiere un análisis estadístico porque las distintas imágenes del mismo hecho no coinciden plenamente. En los últimos tiempos se ha planteado como detector de mentiras en los tribunales. Siempre ha sido rechazado, pero el camino está abierto. Además de saber qué áreas se activan en el cerebro ante la presentación de un estímulo (visual, auditivo...) es necesario saber qué significa la activación: ¿reconoce el estímulo?, ¿no lo reconoce?, ¿se sorprende?... El caso más sonado hasta la fecha, el de un juzgado de Tennessee, ha sido seguido por varias publicaciones y blogs: SEED, Wired, El País, Neurologica o Mind Hacks. La conclusión del juez:
los datos no se pueden aceptar... porque no cumplen las directrices de evidencia científica... no obstante, la detección de mentiras basada en fMRI... es una metodología que puede ser considerada admisible en el futuro, después de mejorar las pruebas, el desarrollo y la revisión de expertos para aumentar su nivel.
Un caso adicional de aplicación del fMRI es el de los pacientes en coma o en estado vegetativo persistente. Según la legislación de distintos países, es posible en estos casos retirar el tratamiento que mantiene artificialmente la vida del paciente. Pero, ¿qué ocurre si una de las partes pide un escaner cerebral para demostrar que el paciente está consciente? ¿Cómo se determina la conciencia a través del fMRI? Es el caso que se muestra en Neuroimaging and the Withdrawal of Life-Sustaining Treatment from Patients in Vegetative State
Quizá se pueda avanzar más en la especulación. ¿Y si quedara demostrado que no existe el libre albedrío, que no somos dueños de nuestros actos? Las leyes se basan en nuestra capacidad de elegir, en nuestra responsabilidad. ¿Y si no somos responsables?
José C. envía este comentario por email.
ResponderEliminarEl artículo parte de una premisa que, en puridad, es mas que discutible desde un punto de vista judicial forense: que el testimonio es esencial a la hora de juzgar.
Lo cierto es que -al menos en nuestro ámbito de derecho español, o incluso europeo- el testimonio de testigos o de las propias partes interesadas en el juicio es bastante accesorio, es decir complementario de otras pruebas más "científicas" (se ha acuñado incluso el concepto de policía científica) y nunca elemento fundamental del fallo o veredicto.
Por otro lado, si bien es verdad que el recuerdo, la memoria, pueden estar "contaminados" por determinadas inferencias, no es menos cierto que también lo está la propia decisión judicial, que al resolver mediante una sentencia una determinado caso esta incorporando inconscientemente otras inferencias del propio juzgador (ideología, experiencias propias similares, prejuicios...etc)que también alejan ese juicio -humano por definición- de cualquier pretensión de constituirse en paradigma de una solución "judicialmente científica.
No creo que pueda llegar a afirmarse nunca, por lo tanto, que el libre albedrío no existe. Tampoco podrá negarse todas las decisiones humanas -también las judiciales- deben lidiar con aspectos éticos, culturales y sociales no reemplazables por el inapelable cientifismo de supuestas maquinas detectoras de mentiras. ¿Para qué los jueces entonces?
Los jueces que pueblan el mundo seguirán pues sintiendo en sus conciencias el peso que entraña admitir la posibilidad de haberse equivocado en alguna de sus decisiones.
José C. gracias por el comentario que rebosa conocimiento jurídico y deshace malentendidos. Es obligado reconocer que mi post es una mezcla de argumentos dispares. El tuyo es mucho más preciso.
ResponderEliminarEn primer lugar:la valoración del testimonio en un juicio. Simplemente, gracias por la aclaración. El hecho de que el testimonio sea complementario y no fundamental me lleva a pensar que los creadores del ámbito jurídico tenían claro la debilidad de la memoria y del testimonio.
Respecto de la contaminación del testigo y del juez, totalmente de acuerdo. Es parte del hilo argumental del post: nuestros prejuicios (en sentido amplio: educación, conocimientos, experiencias previas...) condicionan nuestros actos. El ser humano no es tan lógico como psicológico.
El libre albedrío es un asunto que necesita otro post para desarrollarlo debidamente. No digo que lo haya o no. Lo que digo es: si no existe, ¿quién es culpable o inocente?
En relación al detector de mentiras, está aún muy lejos, pero parece que si pudieramos asegurar a través de un escáner cerebral que el acusado nunca ha estado en el lugar del crimen, difícilmente podría ser culpable.
"¿Para qué los jueces entonces?" Y los médicos, economistas, inversores... Y los peones, conductores de coches de caballos, ensobradores... ¿Cambió el mundo con la imprenta? Creo que la sustitución de humanos por máquinas es imparable. Desde luego el oficio de juez es de los que menos riesgo corre, pero... No descarto que en un futuro próximo los médicos sean ayudados por máquinas en la toma de decisiones y cada vez tomen más decisiones y así en otras muchas áreas.