lunes, 23 de febrero de 2015

Reserva cognitiva, hábitos mentales saludables y Alzheimer

La reserva cognitiva es la capacidad de minimizar el deterioro mental asociado a la edad en enfermedades como el Alzheimer. La reserva cognitiva se adquiere ejercitando el cerebro. Un componente esencial es tener hábitos mentales saludables.

El Alzheimer es la enfermedad del siglo XXI. Conforme aumenta la esperanza de vida aumenta el número de casos afectados por esta terrible demencia. No hay curación actualmente, aunque la investigación es constante. Ni siquiera sabemos si es una forma extrema de un deterioro normal o es una enfermedad distinta. En determinados casos aparece en torno a los 40 años, aunque lo normal es que se manifieste al final de la vida. Las consecuencias son devastadoras para la persona, para sus familiares y para la sociedad en la que vive. A falta de curación, los hábitos saludables y en especial la reserva cognitiva parecen ser la mejor prevención.
Llamamos reserva cognitiva a la diferencia entre el daño cerebral y su manifestación clínica. Podemos resumirla en una ecuación:
Demencia observable = daño cerebral - reserva cognitiva o
Daño cerebral = demencia observable + reserva cognitiva.
Es decir, en dos personas con el mismo daño cerebral, aquella con mayor reserva cognitiva tiene menos demencia observable, se encuentra mejor. Inversamente, en dos personas con la misma demencia observable, el daño cerebral es mayor cuanto mayor reserva cognitiva.
La reserva cognitiva protege del daño cerebral. Las personas a las que se les supone una mayor reserva cognitiva (mejor entrenamiento mental) manifiestan signos de demencia más tarde.
Pero la evaluación definitiva del daño cerebral en la enfermedad de Alzheimer es post mortem: el estudio del cerebro después de muerto.
En 2005 la revista Neurocase publicó un caso notable. Un jugador de ajedrez presentaba síntomas leves de Alzheimer. Poco después murió por otras razones. Tras examinar su cerebro, descubrieron que estaba mucho más dañado de lo que era de suponer. Su Alzheimer era muy avanzado, pero apenas se notaba. Como jugador de ajedrez, su reserva cognitiva era muy alta.
Un caso similar se ha descrito con pacientes bilingües. Los cerebros de los bilingües manifiestan mucho más daño cerebral del esperado por sus síntomas.
El número de casos crece y la reserva cognitiva se ha convertido en el santo grial de la lucha contra el deterioro mental asociado a la edad.
Hace años conocí a un cojo. Le habían amputado una pierna, pero con la otra hacía más cosas que muchos con dos, como jugar al tenis. La reserva cognitiva es algo parecido. Mueren muchas neuronas, pero las que quedan tienen muchas conexiones y suplen la falta de las muertas.
¿Cómo se consigue aumentar la reserva cognitiva?
Existe una abundante información sobre los hábitos corporales saludables o la higiene física. Una dieta equilibrada, ejercicio moderado, no fumar, no beber en exceso... Su eficacia está ampliamente demostrada. Los obesos viven menos, los fumadores viven menos, la vida sedentaria es perjudicial ... Hay pocas dudas sobre cómo tratar el cuerpo.
¿Existen hábitos saludables para la mente? Sí, los hábitos mentales saludables, la higiene mental es tan necesaria como la corporal.
La vida moderna está repleta de posibilidades para lograr una buena higiene mental, pero también está llena de riesgos.
En el equilibrio está el secreto. Comer grasa no es malo. Tomarla en exceso sí. Igual ocurre con los dulces o la comida basura. Tomar un día patatas fritas no conlleva riesgo. Hacerlo a diario es letal. El ejercicio es saludable, pero el deporte profesional tiene riesgos.
Lo mismo sucede con la vida mental. La televisión es positiva, en ocasiones maravillosa. Ver 3 horas diarias de televisión es muy desaconsejable. Los videojuegos estimulan la mente, pero jugar 20 horas semanales no ayuda mucho.
Las posibilidades que están a nuestro alcance son muy numerosas. Internet, practicar la lectura, jugar casi a cualquier cosa, hacer deporte, ver cine, conversar.
La vida social es un capítulo muy importante. Somos seres sociales. Encerrarnos en casa es limitar nuestra vida. Precisamente, uno de los problemas de los ancianos (y más acentuado en los hombres) es su limitada vida social. Salir, conversar, relacionarse es clave.
El ejercicio físico también aumenta la reserva cognitiva. Por ejemplo bailar.¿Bailar? Sí, requiere una enorme demanda de recursos cognitivos. Si no me crees, pruébalo: busca una coreografía de cualquier programa de televisión e intenta repetirla. Tienes que colocar el cuerpo en una posición muy precisa. Tienes que cambiar a la siguiente posición, tienes que hacerlo en el tiempo adecuado, es decir, manteniendo el ritmo. Y tienes que acordarte de toda la secuencia. Bailar es un excelente ejercicio mental.
Mención especial requiere una lacra social de nuestro tiempo: el paro, el desempleo. Estoy parado, me siento inútil, también me siento culpable (estoy desempleado porque no merezco el empleo), no busco trabajo porque he perdido la esperanza, me quedo en casa, veo la televisión, trasnocho, bebo, no me relaciono... Desde luego, estoy exponiendo un caso extremo, pero posible.
Estar desempleado es negativo, pero no debería ser incompatible con la felicidad. Unos hábitos saludables ayudan mucho. Aumenta tu autoestima. Ten un pensamiento positivo. Piensa en los problemas para resolverlos, no para atormentarte. De vez en cuando sal de la zona de confort. Plantéate retos a tu alcance, deja lo imposible para los que quieren salvar el mundo. Duerme bien. Come bien. Haz ejercicio. Valora lo que tienes. Aunque no te sirva para encontrar empleo, estudia algo solo porque te gusta. Cuida tus amistades. Sal de casa, relaciónate. Disfruta.
¿El dinero da la felicidad? Parece que en buena medida es así. Pero lo sorprendente es que lo contrario también parece cierto. La felicidad da el dinero. Las personas más felices tienen más oportunidades en la vida y a la larga ganan más dinero.
Los hábitos mentales saludables son imprescindibles. Si no tienes problemas. Si los tienes. Si eres joven. Si eres adulto. Si eres anciano.

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Seremos todos ciborg?

¿Qué queda de original en tu cuerpo?
De la película “Ghost in the Shell”


La ciencia ficción plantea escenarios imposibles hoy en día que podrían darse en un futuro más o menos lejano. Es el caso de la película de animación “Ghost in the Shell” que transcurre en el año 2029 y en la que la Mayor Motoko Kusanagi, perteneciente a la sección 9, compuesta de cíborgs con capacidades que superan a los humanos convencionales, se enfrenta a un ser nacido de la red, “una entidad viva pensante creada en el mar de la información”. Al fin y al cabo, “si un cerebro cibernético puede generar un espíritu, ¿dónde está la importancia de ser humanos?”¿Seremos todos ciborg? es el capítulo que he escrito para el libro La aventura del cerebro. El libro es una interesante divulgación sobre el cerebro que incluye una docena de capítulos escritos por diferentes personalidades del mundo de la neurociencia y tratan sobre organización del cerebro, conciencia, sensaciones, pensamiento, amor o enfermedad. El capítulo del que soy autor versa sobre la relación hombre máquina, tan próxima a la computación cognitiva.
En 1780 el científico italiano Luigi Galvani realizó un descubrimiento fundamental debido en gran parte al azar. Se hallaba disecando la pata de una rana que colgaba de un gancho de bronce. Por error tocó el gancho con el bisturí y la pata de la rana se contrajo. Había descubierto la naturaleza eléctrica del impulso nervioso. Pensó con acierto que la electricidad venía del interior de los cuerpos y que el órgano que la producía era el cerebro. Más aún: los cuerpos muertos conservaban en buena medida las propiedades eléctricas. Para comprobarlo sometió a cadáveres a descargas eléctricas y observó en ellos lo que llamó “danza de las convulsiones tónicas”.
Desde entonces, la idea de conectar máquinas al cuerpo humano ha excitado la mente de literatos y científicos. ¿Seremos todos ciborg? Obviamente no, pero aunque la ciencia y la tecnología están lejos de proporcionar la cognición aumentada que aparece en la ciencia ficción, cada día hay más ejemplos esperanzadores de la tecnología llamada BCI, Brain Computer Interface.
Es una tecnología esperanzadora no porque pretenda mejorar a los humanos sanos sino porque viene a ayudar a todos aquellos con deficiencias congénitas o fruto de un accidente o enfermedad que les impiden llevar una vida plena.
Utilizamos artilugios que permiten superar los límites de nuestro cuerpo desde el comienzo de la humanidad, empezando por el vestido y calzado. El bastón es una prótesis ancestral y las gafas son mucho más modernas y sofisticadas. Desde hace unos años existe un empalme cable nervio muy extendido: es el implante coclear. Más de doscientas mil personas en el mundo llevan un aparato en el que el oído es sustituido por un aparato que enlaza directamente con el nervio auditivo. El implante coclear ha cambiado la vida de miles de personas, en especial los sordos de nacimiento. Hasta hace poco tiempo estas personas estaban condenadas a una vida muy limitada mentalmente. Al no escuchar, no podía formar las estructuras cerebrales del lenguaje. Sin apoyo educativo no llegaban a hablar ni entender ni leer. Pasada la infancia, el daño era irreversible. Los niños con implante coclear, aunque siguen oyendo mal, tienen pleno acceso al lenguaje, hablan, entienden y leen. Una diferencia abismal.
El mundo de los implantes y en general de la tecnología BCI sigue en rápida evolución. Personas con miembros amputados, víctimas de accidentes de tráfico o de una gran variedad de enfermedades están viendo una mejora de sus condiciones de vida.
Un ciborg es un organismo biológico al que se han añadido mejoras artificiales para aumentar sus capacidades. ¿Existe algo similar próximo a nosotros hoy en día? Desde luego. Se trata del aumento de nuestra cognición a través de una aparato que todos llevamos encima: el teléfono inteligente. Los smartphones no muy inteligentes, pero nos ponen en contacto con el mundo de la computación cognitiva que reside en la nube. A través de estos dispositivos (y pronto a través de los wearables) tenemos la supercomputación en el bolsillo.
No, no seremos todos ciborg. Pero la tecnología nos acompaña y es de una incalculable ayuda para todos y en especial para las personas mayores y aquellos con problemas de salud neurológica y mental.
Artículo publicado originalmente en el blog La construcción de un planeta más inteligente

lunes, 2 de febrero de 2015

Ventajas cerebrales del ser bilingüe

Más de la mitad de la población mundial es bilingüe. Hablar más de una lengua tiene ventajas obvias en la comunicación. Numerosos estudios muestran que las ventajas son también mentales. Separar lo irrelevante de lo importante o cambiar con facilidad de tarea se da mejor a los bilingües desde la infancia. Pero también en la vejez tiene ventajas; los cerebros bilingües son más resistentes al paso de la edad y a enfermedades como el Alzheimer.

El lenguaje es una facultad humana fascinante. Permite compartir los contenidos mentales con otras personas. Es la ventana de la mente. A pesar de ser una de las expresiones mentales más accesibles, es sumamente compleja y está muy lejos de ser comprendida.
Hay 6.800 lenguas en el mundo. Muchas personas en el mundo hablan más de un idioma. En la actualidad el 66% de los niños del mundo son bilingües. El 56% de los europeos lo son. El bilingüismo es una realidad, no una rareza.
Hablar más de un idioma es, desde luego, útil para su función primordial, la comunicación. Pero también tiene ventajas cognitivas. Aunque no se puede decir que los bilingües sean más inteligentes, varios aspectos cognitivos parecen mejorar. La antigua idea de que el bilingüismo produce confusión está hoy descartada.
Alguna de las desventajas parecen claras. El rendimiento en vocabulario en un idioma concreto es menor en un bilingüe. Pero el número total de palabras es muy superior. Otra desventaja es que se tarda más en nombrar objetos. Es más fácil que la palabra se quede "en la punta de la lengua". Pero las ventajas compensan sobradamente.
Recibimos sonidos en secuencia y tenemos expectativas de las palabras que esperamos oír. Si oímos pat, pueden seguir pato o patata o patada. También los sonidos de otras lenguas se activan como patrol o patriot. Esto es cognitivamente demandante, cuesta esfuerzo y recursos cognitivos. El cerebro se entrena para ello permanentemente y obtiene beneficios. Mejora la atención y el cambio de tareas (multitarea). Disminuye también el deterioro cognitivo asociado a la edad.
El bilingüismo proporciona una mejor respuesta a situaciones confusas o conflictivas. Ello es debido a la habilidad para descartar los estímulos del otro lenguaje. Si presentamos una tarea que consiste en responder con la mano derecha a un estímulo que aparece en el lado izquierdo del campo visual, el rendimiento de los bilingües es superior. Otra prueba clásica es la tarea de Stroop. Consiste en leer un color que está escrito en otro color. Por ejemplo, se presenta la palabra "rojo" escrito en color azul. De nuevo los bilingües puntúan mejor.
A esto se llama control inhibitorio (separar lo importante de lo que no lo es). En el cerebro bilingües se da un mejor manejo de la memoria de trabajo y de las funciones ejecutivas superiores en condiciones exigentes. También proporciona una mejor respuesta en situaciones de ruido ambiental.
Pero las ventajas no solo se aplican a tareas lingüísticas sino a otros tipos de tareas. Bebés de 7 meses aprendieron que cuando se oía una campana, un muñeco aparecía en la parte derecha de la pantalla. A mitad del experimento el muñeco apareció en la parte izquierda. Los bebés monolingües tardaron más en darse cuenta que los bilingües. El cambio de estrategia sobre la marcha es mejor.
La plasticidad cerebral tiene unas ventanas de tiempo. Cuanto antes se aprende una segunda lengua, mejor. Pero nunca es tarde para aprender y beneficiarse. Aunque también sabemos que los bilingües pueden aprender una tercera lengua mejor que los monolingües la segunda.
Además el bilingüismo tiene beneficios en la vejez y en concreto en la enfermedad de Alzheimer.
Se llama reserva cognitiva a la diferencia entre el daño cerebral y su manifestación clínica. Con el mismo daño cerebral, una persona con mayor reserva cognitiva tiene menos síntomas. Se adquiere con la práctica mental, los estudios, los conocimientos y experiencias... Los estudios indican que la reserva cognitiva es mayor en las personas bilingües.
En un estudio con 200 pacientes de Alzheimer, los primeros síntomas aparecieron 5 años después en los bilingües (77,7 frente a 72,6) y el diagnóstico se produjo 4 anos más tarde (80,8 frente a 76,5).
Cuando se examinan los cerebros de personas muertas que han padecido Alzheimer, el daño cerebral de los bilingües es muy superior que el de los monolingües con los mismos síntomas. Es decir, los bilingües soportan mucho mejor que los monolingües el mismo daño cerebral.
Esto ocurre también en las personas que no se criaron en un entorno bilingüe sino en las que aprendieron un segundo idioma de adultos.
Aunque las personas bilingües tienen alguna dificultad mayor en ciertas tareas, los beneficios cognitivos se extienden desde la niñez a la vida adulta. Ser bilingüe es una gran ventaja para la comunicación. Pero también para el cerebro.