miércoles, 17 de febrero de 2010

Subjetividad, estados mentales y lenguaje.

Una visión de la teoría del conocimiento sostenía que el mundo exterior no puede conocerse. Sólo podemos estar seguros de nuestra experiencia subjetiva y es a lo único a lo que podemos atenernos. Es la postura idealista.
La visión opuesta argumentaba que el mundo exterior es el único que merece la pena considerar y que es tarea inútil ocuparse de las experiencias subjetivas. Es la postura materialista.
Durante décadas, cierta escuela psicológica negó los estados mentales. Lo que pasa por la mente de un sujeto no se puede conocer. No podemos dar crédito a su relato subjetivo. Sólo la conducta observable es válida y merece ser objeto de estudio.
Pero negar los estados mentales tiene poco sentido. Los estados mentales existen (o procesos mentales como la conciencia, el pensamiento, la voluntad, el deseo, la felicidad...).
Los estados mentales son subjetivos por definición. Están referidos a la persona que los vive (o animal). Del mismo modo que no se pueden negar los estados mentales, tampoco se puede negar su subjetividad.
Los hombres disponemos de una herramienta maravillosa, el lenguaje. Mediante el lenguaje somos capaces de comunicar sucesos externos. Y también la experiencia subjetiva. Somos capaces de transmitir al otro como nos sentimos o como hemos vivido los acontecimientos desde dentro, desde el sujeto. Podemos transmitir nuestra subjetividad.
Hasta cierto punto. Tanto el hablante como el oyente saben que este nunca comprenderá por completo la experiencia subjetiva del hablante.
De modo que el lenguaje nos abre una puerta a la subjetividad, a los estados mentales.
Esto no quita para que podamos abordar objetiva y experimentalmente los estados mentales. Las herramientas de experimentación y de medida (neuroimagen: fMRI, EEG, PET así como pruebas conductuales) son el camino actual. Complementado con la transmisión subjetiva mediante el lenguaje.
¿Y cuando no existe el lenguaje?
La cosa evidentemente se complica. Los casos de bloqueo en los que el paciente no puede comunicarse dan cuenta de la dificultad del tema. Hoy no sabemos si los sujetos no sienten o no pueden comunicar su sentimientos lo que obviamente son situaciones muy distintas.
Igualmente complejo es el caso de los animales. Observando la conducta de un perro es evidente que tiene estados mentales: está contento, furioso, adormecido, presta atención, se distrae... Pero nos falta su lenguaje, la narración de su subjetividad.
En términos filosóficos, los estados mentales son ontológicamente subjetivos y epistemológicamente objetivos.

2 comentarios:

  1. ¿No será que los estados mentales son ontológicamente objetivos y epistemológicamente subjetivos, pudiendo darse la intersubjetividad a través del lenguaje?

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  2. Los estados mentales son por definición o en esencia subjetivos. Son ontológicamente subjetivos.
    Pero se pueden estudiar objetivamente. Son epistemológicamtne objetivos.
    Estoy de acuerdo en que la subjetividad se intercambia a través del lenguaje.

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