Un estudio ha investigado el comportamiento cerebral en ratas después de la
muerte clínica. Ha encontrado signos de actividad durante 30 segundos. ¿Tiene
esto que ver con las experiencias cercanas a la muerte que narran muchas
víctimas de ataques cardíacos?
El estudio
ha suscitado polémica porque las experiencias cercanas de la
muerte ECM siempre van acompañadas de un gran escepticismo científico.
En este caso, el estudio realizado con ratas es un estudio científicamente
controlado del que se pueden sacar algunas conclusiones.
Un mamífero se considera clínicamente muerto cuando su
corazón ha dejado de latir y no fluye sangre por sus venas. En
2007, científicos de la Universidad de Michigan estaban investigando la
actividad cerebral en ratas que habían sufrido un ataque cardíaco. Tres de ellas
murieron durante la noche y los científicos descubrieron con sorpresa que su
actividad cerebral se había incrementado después de la muerte.
De modo que se pusieron a investigar.
El equipo
implantó electrodos en los cerebros de nueve ratas para medir las ondas
cerebrales, alfa, beta, gamma... Sedaron y anestesiaron a las ratas y
les suministraron una inyección letal que paró sus corazones.
El resultado de la
medición fue que, en efecto, algunas de las ondas
cerebrales aumentaron su fuerza durante un breve periodo. Estas ondas
llamadas gamma se sincronizan y ponen en contacto grandes y remotas zonas del
cerebro. Parece que el objetivo es coordinar una respuesta
global del cerebro ante determinadas situaciones. A las ondas gamma
también se les atribuye una gran responsabilidad en la conciencia.
De modo que el resultado es que las ratas tuvieron una cierta actividad
cerebral durante unos 30 segundos después de la muerte. A partir de aquí se abre
el terreno para las elucubraciones.
Cerca de un quinto de las personas que sufren ataques
cardíacos y sobreviven narran experiencias cercanas a la muerte. Los
pacientes relatan estas experiencias como más reales que la realidad. Hace unos
meses, un neurocirujano
escribió un libro al respecto. El Dr Eben Alexander sufrió una meningitis y
durante el tiempo en el que estuvo en coma vivió este tipo de experiencias. Con
ello escribió un libro, Prueba del Cielo,
que se ha convertido en un Best Seller durante 35 semanas y ha
vendido más de dos millones de copias. El problema del Dr Eben Alexander no es
que relatara su experiencia, sino que aprovechó su condición de neurocirujano
para dar un apoyo científico a sus vivencias del todo subjetivas.
El estudio de las ratas sugiere algunas reflexiones. La muerte es un
proceso. No es un momento, antes del cual estás vivo y después
muerto. Eso sí, es bastante rápido. Pero no tan rápido para que todo suceda a la
vez. Puede haber múltiples explicaciones al aumento de la actividad cerebral.
Una muy lógica supone que es una respuesta del cerebro, una gran
alarma que activa todos los circuitos para salvarse de la
muerte mientras queda energía. Otra respuesta neurofisiológica más prosaica dice
que la falta de oxígeno y glucosa estimula la actividad cerebral durante unos
instantes.
Siempre habrá alguien como el Dr Eben Alexander que aproveche la ocasión para
contarnos una milonga y vender millones de libros. Lo cierto es que no es ético
investigar con personas para ver cómo se mueren. Por ello, investigaciones como
la presente son fundamentales para comprender como nos llega la
muerte.