El dolor es muy desagradable. En los casos de dolor crónico se hace insoportable. Pero en las personas normales es imprescindible para preservar la vida. El estudio de una niña que no siente el dolor está ayudando a comprender su mecanismo y en el futuro aliviar la vida de muchas personas.
Un estudio realizado en la el hospital de la universidad Jena de Alemania con una niña que no siente dolor está resultando de gran ayuda para los casos en los que el dolor está ausente, pero también en los que está demasiado presente. Comparando el genoma de la niña con el de sus padres, el equipo del doctor Ingo Kurth ha encontrado mutaciones en un gen que puede ser una de las claves del dolor.
El dolor es una experiencia universal. Lo sienten los animales y las personas. Es muy útil, más aún, es imprescindible para sobrevivir. El dolor nos dice de qué debemos alejarnos, qué debemos evitar. Retirar la mano de una superficie caliente es adaptativo. No caminar con una pierna rota ayuda a sobrevivir.
La respuesta del sistema nervioso es adaptativa. Se trata de modular un conjunto de sensaciones de modo homeostático, como si se tratara de una gran orquesta. A veces inhibimos las sensaciones y a veces las potenciamos. Por ejemplo, el estrés es analgésico. Estás jugando al fútbol y te caes. No sientes dolor y sigues jugando. Cuando llegas a casa notas un gran golpe. Durante los próximos días el dolor te impide moverte. El símil es la caza o la lucha por la vida. Aunque hayas recibido una herida enorme, no puedes abandonar la lucha ya que morirías; en ese momento hay una anestesia y no sientes dolor. Pero cuando te retiras, necesitas curarte y el dolor se potencia; hay una sensibilización.
Hay dos extremos en la falta de adaptación al dolor: el dolor crónico y la anestesia congénita. El dolor crónico es muy frecuente y llega a ser insoportable. Millones de personas en el mundo padecen algún tipo de dolor no adaptativo. Dolores de espada, artritis o neuralgias afectan a muchas personas. Las migrañas pueden ser enloquecedoras. La investigación en fármacos es constante y muchos son eficaces, pero no tanto como quisiéramos y a veces con importantes efectos secundarios. Hace ya mucho tiempo, en 1878 Harmon Northrop Morse sintetizó el acetomifeno (paracetamol). Aunque parece claro que la frase no tengo tiempo para ponerme enfermo tiene algo de cierto.
De la niña no sabemos gran cosa; solo que es alemana y que aún no tiene cura. Pero el nuevo estudio recuerda a otro caso que saltó a los medios hace algunos años y que dio pie a un gran documental llamado A Life Without Pain. En él se narra la vida de 3 niñas que no sienten dolor: Gabby, Miriam y Jamilah. La anestesia congénita es el extremo contrario del dolor crónico. Muy pocas personas en el mundo nacen con este gravísimo problema. Y la mayoría no sobrevive. La desesperación de sus padres es total. La descripción de los casos es estremecedora. Cuando a una niña le empezaron a salir los dientes, comenzó a morderse la mano compulsivamente provocando una enorme herida hasta el punto de que tuvieron que arrancarle los dientes para que pudiera vivir. Otros se sacan un ojo, se queman al tocar objetos incandescentes, se rompen los huesos y siguen en pie o tienen enfermedades de las que no se dan cuenta. La lista es horrible y el pronóstico fatal.
El dolor se transmite por un sistema de nervios llamado sistema nocioceptivo. En el presente caso, el genoma de una niña con anestesia congénita se comparó con el de sus padres. Encontraron una mutación en el gen SCN11A. Insertaron una versión mutada de este gen y observaron que los ratones mutantes tenían comportamientos similares a los humanos con anestesia congénita: más fracturas, más heridas y el doble de tiempo de respuesta en un test que consiste en retirar la cola cuando reciben calor.
La señal nerviosa se trasmite porque hay unas pequeñas aberturas en la membrana de las neuronas llamadas canales iónicos que se abren y se cierran dejando pasar iones y generando electricidad. Hay muchos tipos de canales iónicos y en el caso del dolor se han identificado tres: SCN9A, 10A y 11A. Cuando los dos primeros no funcionan, hay insensibilidad al dolor y cuando funcionan en exceso, hay dolor insoportable. En cambio, con el objeto del experimento, el SCN11A ocurre lo contrario: cuando esta hiperactivo disminuye el dolor. Un nuevo ejemplo de homeostasis en el que el equilibrio entre excitación e inhibición es la clave.
Concepción Arenal dijo:
El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro
El estudio de los niños que no tienen dolor es muy importante para todos los que sufren dolor extremo. Lo cierto es que el dolor es necesario, adaptativo, y siempre presente. En general hay un exceso de dolor. Como ocurre con frecuencia, la clave está en encontrar el equilibrio.
La duda que tengo es si la sensibilidad, el tacto en sí, les funciona de igual manera a las personas con anestesia congénita, al fin y al cabo, ¿no es la propia sensibilidad un dolor (moderado) en sí mismo
ResponderEliminarSaludos