lunes, 15 de diciembre de 2014

Pierde el idioma español pero no el inglés tras un ictus

El estudio del cerebro dispone de escasas herramientas. Las lesiones cerebrales son una ocasión única para observar qué ocurre cuando se lesiona una zona del cerebro. Un paciente que tuvo un ictus perdió el dominio de su lengua materna, el español, pero su segunda lengua, el inglés, quedó inalterada. Esto muestra a las claras la enorme complejidad del cerebro y el lenguaje.

En 1808, Franz Joseph Gall publicó un libro sobre frenología que pretendía que las funciones cerebrales están localizadas (lo que es cierto) y que se pueden averiguar por la forma del cráneo (lo que es falso). "El cerebro es el órgano de la mente", dijo Gall. Desde entonces, la búsqueda de la correlación entre área cerebral y función ha sido incesante.
Los primeros candidatos a la experimentación son los animales. Se han usado dos técnicas. Al principio se seccionaba una parte del cerebro y se veía qué resultaba afectado. Con el tiempo y en la actualidad, se implantan electrodos con dos funciones: estimular un área y ver qué ocurre, o bien registrar el comportamiento de las neuronas de un área cuando el animal está haciendo algo. La mayoría de los experimentos que saltan a los medios de comunicación del estilo de "mono con electrodos implantados..." o "mono mueve un robot con la mente" son experimentos de este tipo.
Aunque los humanos somos animales, tenemos cualidades distintas. Así, los ratones son útiles para muchos experimentos porque nos parecemos a ellos, pero no valen para estudiar cálculos matemáticos. Incluso los monos no son útiles si queremos estudiar el lenguaje humano. Para determinadas cosas necesitamos a los humanos.
La implantación de electrodos dentro del cráneo de humanos vivos se usa en casos de epilepsia. Cuando esta enfermedad no remite a los fármacos, hay que operar para extirpar el foco epiléptico. Se introducen electrodos para localizar el foco y no extirpar una zona sana. Registrando lo que transmiten los electrodos, hemos aprendido mucho del cerebro. Un ejemplo es el homúnculo de Penfield que se halló con el registro de miles de pacientes.

Unos de los primeros tipos de investigación humana se realizó con los cerebros de los fallecidos, y precisamente relacionados con el lenguaje. En 1861, Paul Broca describió un paciente que, a consecuencia de un derrame cerebral, no podía hablar ni escribir aunque entendía lo que le decían. Después de muerto, examinó su cerebro y encontró un área dañada, que luego se llamó área de Broca. A la dificultad para hablar se la llamó afasia de Broca. Otro neurólogo, Wernicke, estableció el área responsable de la comprensión. Su paciente no entendía lo que le decían y, aunque era capaz de hablar, lo que decía era incoherente.
Las lesiones en pacientes son una ocasión única para investigar el cerebro. Se producen por accidentes y sobre todo por ictus en los que una zona del cerebro se queda sin riego sanguíneo. También por operaciones como es el caso del paciente H.M. Este paciente tenía un foco epiléptico. Para curarle se lo extirparon y el paciente mejoró de la epilepsia, pero los efectos sobre su memoria fueron devastadores. El cirujano había extirpado el hipocampo, área esencial para pasar la memoria de corto plazo a memoria a largo plazo. H.M. ya no pudo almacenar nuevos recuerdos. Se dice de su caso que ha hecho avanzar la neurociencia más que el resto de estudios juntos.
El presente estudio combina un poco de todo lo anterior. Un paciente llegó al hospital habiendo sufrido un ictus. El paciente no podía manejarse en español, su idioma materno. El médico que lo examinó de urgencia, trató con éxito de comunicarse en inglés, idioma que el paciente dominaba. La exploración de urgencia fue determinante ya que 90 minutos después el paciente se había recobrado por completo.

El cuadro de síntomas es muy interesante. Cuando se le presentaba un objeto (lápiz), era incapaz de usar la palabra en español pero podía deletrearla (l-a-p-i-z). En inglés decía pencil sin problema. Con una palabra escrita podía ir letra a letra, pero la palabra en español no acudía a su mente, mientra que en inglés la decía sin dudar. No podía comprender órdenes escritas en español pero sí en inglés.
La enorme ventaja de este caso es que el paciente y el médico podían comunicarse en inglés para explorar el español. Por ejemplo: “write a sentence in Spanish”. Normalmente si el paciente tiene problemas de lenguaje, la comunicación no es posible y se aprende poco.
El lenguaje humano es muy complejo. De Broca y Wernicke nos enseñaron algo de las áreas responsables del lenguaje, pero el camino es muy largo. Lo que este caso confirma es que los sujetos bilingües tienen una buena parte de las funciones lingüísticas duplicadas y que se puede afectar un idioma dejando intacto el otro. También muestra que hay dos estrategias para manejar el lenguaje: letra a letra (excepcional y poco eficiente) y por palabras completas.

Basado en ello, los investigadores proponen un modelo con dos partes: nivel léxico con palabras escritas o habladas y nivel subléxico con letras escritas u oídas. Un esquema que refleja una realidad sin duda es mucho más complejo.
Es el caso del paciente H.M. Es también el caso del paciente que perdió el dominio del español pero conservó el del inglés. Estudiar con dedicación casos singulares puede ser más provechoso que enormes y costosos estudios.

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