domingo, 29 de enero de 2012

Mi Etiopía tecnológica

El mercado de Bahir Dar está repleto de gente a primera hora de la mañana. Distintas sensaciones se mezclan en una intensa experiencia. El colorido es hermoso y la cámara mental dispara fotos sin cesar: rostros, mercancías y ropajes de una fascinante belleza. El suelo es de tierra, rodeado en algunas zonas de charcos donde flotan deshechos que producen un ambiente insano y un olor desagradable. Una mujer está sentada sobre la tierra. Vende picantes pimientos verdes que exhibe sobre un plástico. Parece no tener nada más en el mundo que el manojo de pimientos. Ante mi asombro saca de entre sus ropas un teléfono móvil y consulta sus llamadas o mensajes. En el corazón de África, la mujer parece no tener nada. Pero tiene un móvil.
Este julio de 2011 he tenido la ocasión de visitar a mi hermana en Etiopía durante dos semanas. Tiempo maravilloso en el que he podido disfrutar y viajar por el país, a veces completamente solo. De entre las experiencias vividas quiero contar las relacionadas con la tecnología. En la red hay múltiples documentos que hablan de la penetración de la tecnología en África. El número de móviles crece más que ninguna parte del mundo. Algunas fuentes hablan de una penetración del 50%. Nuevos servicios aparecen desde sitios de voz (como sitios web) hasta aplicaciones médicas móviles. Pero no quiero inundar el artículo de datos sino ofrecer algunas escenas vividas por mí. Los móviles están cambiando la vida a los etíopes. La carretera principal que une norte y sur está asfaltada solo hasta la mitad. Apenas hay líneas fijas y es probable que nunca las tiendan. En este contexto el móvil es su incorporación al mundo moderno y su salvación. Un campesino trabaja con dos herramientas muy distintas: el arado romano diseñado hace 2000 años y el móvil hace 2 (y, fundamental, el paraguas).

Minibús

Etiopía funciona. No al nivel de occidente, pero más de lo que imaginaba. El ejemplo más evidente es el transporte en minibús, un vehículo tipo van, normalmente Toyota, con capacidad para 11 personas en las que viajan 16. El país está plagado y llegas con ellos a cualquier lado (que tenga carretera). Eficiente, barato y una excelente ocasión para mezclarte (muy íntimamente) con la población. También hay vuelos entre las 5 ciudades más importantes. Desafortunadamente, a causa de un volcán eritreo, se suspendieron mis vuelos, tuve que cambiar planes y volver más de 1000km en bus, lo que hice en dos largos días, solo y cambiando hasta 5 minibuses. Atravesando la garganta del Nilo Azul, tan grande como el Cañón del Colorado, el conductor tuvo la deferencia de parar y dejarme hacer fotos. Al bajar del minibús, observé un denso humo salir de las ruedas: los frenos estaban ardiendo. Quizá no sea muy seguro el minibús.

Bluetooth

Bien advertido llevo un móvil liberado y al llegar compro una tarjeta prepago. Las venden por las calles y los mismos vendedores la rascan e introducen el número en mi aparato para no tener que lidiar con el amhárico, el principal idioma etíope. La ubicua presencia del móvil es muy llamativa. Más de la mitad de los viajeros del bús, incluidos ancianos, lleva móvil. Wondo Genet es un pueblo con dos calles sin asfaltar. Nuestro hotel, Abisinia, está en la confluencia de ambas. Hay charcos por todos lados. Por la noche tomo un makiato (excelente café cortado con canela) en uno de los cafés del pueblo. No hay dinero y el único que consume soy yo. Unos jóvenes están oyendo música con el móvil (la cantante Ellen, estupenda según mi criterio). ¿Podéis pasármela? digo. Sí, claro, ¿Bluetooth?, responden. Les doy mi móvil y hecho.
Como siempre la música atruena en el minibús. Mi compañero de asiento pega la hebra. Quiere ser médico (como muchos que encontré). Saca de su bolsa un móvil nuevo. Le quita los plásticos y lo estrena ahí mismo. A la charla se incorpora el cobrador del bus. No habla inglés pero nos entendemos. Les pongo la canción de Ellen y el cobrador dice ¿Bluetooth?. Si, respondo. Y acto seguido me pasa una canción eritrea. Bluetooth no tiene secretos para los jóvenes etíopes. Al poco recibo una llamada de mi hermana (bendito móvil). Se encontraba mal y ha ido al hospital coreano de Addis. Le han hecho, horror, una endoscopia. Una intervención invasiva que rara vez te harás en la vida. Una endoscopia en Etiopía. Me alarmo, pero al final todo queda en nada.

Televisión

Agotado después de una caminata por unas fragantes montañas entro en un café a tomar un makiato. Estoy cansado y me lo tomo con calma. Soy el único faranji (pronúnciese faranyi, blanco) pero el ambiente es muy agradable. Las cadenas saudíes han colonizado África y en esta ocasión emiten una película de Indiana Jones. El dueño echa repetidamente a los niños a la calle pero estos vuelven para contemplar con fascinación las aventuras del famoso explorador. Todos lo pasamos en grande.
Como en el resto del mundo las series de televisión arrasan y a cierta hora es difícil que el personal de los hoteles te atienda. Pero mi asombro se multiplica cuando veo Big Brother Amplified, Gran Hermano panafricano que se desarrolla en Sudáfrica con participación de todo el continente. Vivimos en un mundo pequeño.

Electricidad

La electricidad llega a todos los lugares que he visitado, aunque ni mucho menos a todas las casas. Los cortes de luz son frecuentes en la capital. Viajamos a las cataratas del Nilo Azul, un poco más abajo de las fuentes del Nilo Azul, en la desembocadura del lago Tana. Una formidable tormenta cae al llegar. Esperamos a que acampe y andamos hacia las cataratas. No hay cataratas. El Nilo ha sido desviado hacia una central hidroeléctrica próxima. Solo un día a la semana dejan que fluya por su cauce natural para que los afortunados contemplen el exuberante espectáculo. De vuelta, observo los campos inundados, fruto de la anterior tormenta. Poco después llegamos a un tramo de la pista que también se ha inundado. Nos detenemos y se forma una cola de vehículos. Cae la noche y al fin, dos horas después podemos continuar.

Internet

Muchas personas me dan espontáneamente su email. Pero meses después no he recibido ningún correo. Sin líneas fijas, sin caros PCs, Internet es casi inexistente. En pocos años, con certeza, la cobertura de Internet en el móvil será amplia y los etíopes se habrán saltado un mundo que para nosotros parece imprescindible: el PC.
Un hotel próximo de Addis tiene Wi-Fi. Por el precio de un makiato, 3 birrs, 12 céntimos, estoy una hora actualizando el correo. En un locutorio de Addis trato de hablar con casa. Tras repetidos intentos lo consigo. Allí todo es normal. Yo, por el contrario vivo una situación excepcional. El contraste es muy grande.
En Gondar, la ciudad de los castillos, encuentro un cibercafé. Llevo ya muchos días fuera. Unido por el hilo de cobre, tan lejos y tan cerca de los míos, una enorme emoción me sobrecoge y a punto estoy de derramar unas lágrimas. Veo los bits salir de uno en uno por el cable.

Música

He estado en muchos locales con música en directo. Salvo excepciones el equipo sonoro es lamentable y la música excelente. Beben cerveza y muchos bailan, más los hombres que las mujeres. Hoy el ambiente es distinto. La colonia internacional se reúne para escuchar la banda de rock del cónsul español que suena bien aunque me gusta más la música etíope. Desde el mismo local tomo un taxi que me lleva al aeropuerto. Vuelvo a casa.
Puedes leer el diario completo en Mi viaje a Etiopía

4 comentarios:

  1. Qué gran viaje Antonio!! Yo he leído sobre la tecnología en África, pero me imagino que no tiene nada que ver vivirlo!

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    1. Fue muy distinto a otros. Al final iba solo y cada vez más despreocupado de las cosas básicas que aquí son imprescindibles: comida, alojamiento, aseo, seguridad... Lo pasé muy bien.

      La tecnología es un poco la excusa para el post. Pero en todo caso es bastante desconocido el estado en que se encuentra en África y si el post ayuda mejor.
      Un saludo nunes

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  2. que precioso viaje el de tu blog, me he desplazado con tus palabras a etiopia, y me he sorprendido con cada cosa que cuentas.
    Me ha chiflado, te voy a enlazar con el mio para difundirlo.
    bsos

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    1. Gracias Javier. El post es poca cosa comparado con las maravillosas fotos de tu blog, por ejemplo de Mali.

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