lunes, 5 de octubre de 2015

Sobre el debate "La homeopatía en la ecuación de la salud ¿división o multiplicación?"

El pasado viernes 2 de octubre de 2015 asistí a un debate con el título  La homeopatía en la ecuación de la salud ¿división o multiplicación? Mi agridulce conclusión es: los argumentos en contra están claros, pero aún hay algunos profesionales de la salud que creen en la homeopatía.


Los participantes eran mi buen amigo Vicente Baos, médico, José Miguel Mulet, biotecnólogo, Santiago Abanades, médico homeópata, Peter Fischer, médico homeópata y Joaquin Casariego, médico y moderador. El doctor Baos hizo un conjunto de intervenciones fundadas y documentadas en contra de la homeopatía. En ocasiones de forma encendida. No veo nada malo en su pasión cuando uno debate en contra de argumentos falaces y tramposos. A destacar la actitud del médico inglés: visto el nivel, intervino lo justo, repitió sus argumentos (smoke&facts) cuando fue preguntado, recibió su cheque bancario y tomó su vuelo de vuelta. Todo un profesional.

Precisamente de cheques va la cosa. Yo trabajo para una empresa de ordenadores. Cuento a mis clientes lo bueno que es mi producto en comparación con los de la competencia. El cliente no se hace a engaños: sabe quién soy y que represento los intereses de mi empresa. El año pasado asistí a un congreso médico como ponente. En un descanso, entré a una charla para aprovechar el tiempo y aprender algo. La hidratación en el deporte, era el título. El médico ponente comenzó a hablar de las ventajas de la hidratación. Poco después comentó lo bueno de las aguas embotelladas para terminar hablando de la marca que patrocinaba el evento. Yo no daba crédito a lo que escuchaba. El doctor no había expuesto con claridad los intereses que representaba. Pero además comprobé con pasmo que los médicos en la sala se prestaban a la farsa. ¿Por qué atendían a semejante soflama y perdían tan miserablemente su tiempo? Volviendo al debate de la homeopatía ¿qué intereses representaban los ponentes? O para ser más claro ¿qué empresa les pagaba y por qué no es obligatorio mencionarlo?

Otra sorpresa del debate consistió en que el bando homeópata mantenía el principio de acción de la homeopatía. Creía que los argumentos habían cambiado, pero no es así. Siguen hablando de la ultradilución, la agitación (sucución) y la memoria del agua. Que alguien serio pierda su tiempo con tales patrañas me asombra. Tiene toda la pinta del vendedor de linimento del viejo oeste con su carro y su caballo. Además, resulta que existe un esfuerzo por parte de los homeópatas para demostrar que su producto sirve para algo en concreto. Y eso al parecer va contra sus principios porque los productos homeopáticos no tienen una indicación clara, valen para todo, sirven para “estar bien”. ¿De verdad alguien está dispuesto a creerlo? De nuevo, el vendedor del producto mágico que lo cura todo.

Especial malestar me causó la actuación del moderador. Equidistancia entre ambos bandos. Desafortunadamente ya sabemos lo que eso significa, dar un peso a los malos que no merecen. No se puede ser equidistante entre víctimas y verdugos, charlatanes y pensadores, verdad y mentira.

Cuando vivía el dictador y España estaba atrasada, parecía que todo en Europa era bueno. Han pasado las décadas y sigo pensando que tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos del norte. Pero no es oro todo lo que reluce: también estrellan aviones y hacen trampa con los coches. En concreto en la homeopatía (y también en el caso de los productos ecológicos) estamos sufriendo las consecuencias de ser europeos. Que los franceses, alemanes o ingleses tengan una buena opinión de la homeopatía no dice nada bueno en su favor y lo que es peor, influye negativamente en la legislación comunitaria.

Durante el debate comencé a alarmarme con el auditorio: ¿Era yo o me parecía que había una gran cantidad de profesionales de la salud (médicos, enfermeros, farmacéuticos y veterinarios, muchas de ellas mujeres) favorables a la homeopatía? Afortunadamente comprendí que había un sesgo en la audiencia: al debate iban los homeópatas, el resto (alópatas) se había quedado en casa. Aun así, el desasosiego era grande. La opinión pública tiene una extraordinaria opinión de los médicos que comparto plenamente. Profesionales cultos, con dedicación, que están al día y cuyo desempeño consiste en ayudar a los demás. ¿Cómo es posible que en esta profesión haya (son pocos) algunos que presten oídos a la patraña homeopática? Lo cierto es que como en el caso de nuestros vecinos europeos, no es oro todo lo que reluce.

Como psicólogo, este debate (y otros) me hace plantearme otra pregunta ¿Por qué creemos? ¿Por qué queremos creer? Una gran parte de la población desea creer cosas irracionales. Es más, muchos están a gusto en contra de la ciencia. Quizá porque piensan que son excluidos por los beneficios de la ciencia, lo que es del todo falso. Quizá porque no la entienden. Quizá por una pura rebelión. Quizá por ello toman un compuesto ultradiluido y agitado que diseñó un médico alemán hace dos siglos y que no sirve para nada.


3 comentarios:

  1. Suscribo la reflexión. De que la homeopatía pueda tener un efecto placebo a que tenga la capacidad de curar como medicamento hay una gran distancia.

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  2. Su postura es sesgada: intentas forzar el punto de vista de que todos los que asistieron fueron meramente homeópatas y ningún "alópata" y agregas que de los primeros son "pocos". Si aplicamos el pensamiento crítico me gustaría saber si eso lo intuyes por el evidente malestar (disonancia cognoscitiva) o porque realmente cuentas con una cifra que en este sentido respalde tu argumentación.
    El otro detalle es que si bien Boiron aparece como colaborador te falta el detalle de que Baos y Mulet no asistieron gratuitamente. Aceptar una cena de una fundacion y una empresa no es ampoco es conflicto de intereses? Si este detalle no te parece real o relevante el hechos de que estos dos pertenezcan a Círculo Escéptico o ARP SAPC.
    Y por último, no veo ningún problema con la memoria del agua, existen varios estudios al respecto uno de ellos es el de Luc Montaigner.

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