El pasado viernes 2 de octubre de 2015 asistí a un debate
con el título La homeopatía en la
ecuación de la salud ¿división o multiplicación? Mi agridulce conclusión es:
los argumentos en contra están claros, pero aún hay algunos profesionales de la
salud que creen en la homeopatía.
Los participantes eran mi buen amigo Vicente Baos, médico,
José Miguel Mulet, biotecnólogo, Santiago Abanades, médico homeópata, Peter Fischer,
médico homeópata y Joaquin Casariego, médico y moderador. El doctor Baos hizo
un conjunto de intervenciones fundadas y documentadas en contra de la
homeopatía. En ocasiones de forma encendida. No veo nada malo en su pasión
cuando uno debate en contra de argumentos falaces y tramposos. A destacar la
actitud del médico inglés: visto el nivel, intervino lo justo, repitió sus
argumentos (smoke&facts) cuando fue preguntado, recibió su cheque bancario y tomó su vuelo de
vuelta. Todo un profesional.
Precisamente de cheques va la cosa. Yo trabajo para una
empresa de ordenadores. Cuento a mis clientes lo bueno que es mi producto en
comparación con los de la competencia. El cliente no se hace a engaños: sabe
quién soy y que represento los intereses de mi empresa. El año pasado asistí a
un congreso médico como ponente. En un descanso, entré a una charla para
aprovechar el tiempo y aprender algo. La hidratación en el deporte, era el
título. El médico ponente comenzó a hablar de las ventajas de la hidratación.
Poco después comentó lo bueno de las aguas embotelladas para terminar hablando
de la marca que patrocinaba el evento. Yo no daba crédito a lo que escuchaba.
El doctor no había expuesto con claridad los intereses que representaba. Pero
además comprobé con pasmo que los médicos en la sala se prestaban a la farsa.
¿Por qué atendían a semejante soflama y perdían tan miserablemente su tiempo?
Volviendo al debate de la homeopatía ¿qué intereses representaban los ponentes?
O para ser más claro ¿qué empresa les pagaba y por qué no es obligatorio
mencionarlo?
Otra sorpresa del debate consistió en que el bando homeópata
mantenía el principio de acción de la homeopatía. Creía que los argumentos
habían cambiado, pero no es así. Siguen hablando de la ultradilución, la
agitación (sucución) y la memoria del agua. Que alguien serio pierda su tiempo
con tales patrañas me asombra. Tiene toda la pinta del vendedor de linimento
del viejo oeste con su carro y su caballo. Además, resulta que existe un
esfuerzo por parte de los homeópatas para demostrar que su producto sirve para
algo en concreto. Y eso al parecer va contra sus principios porque los
productos homeopáticos no tienen una indicación clara, valen para todo, sirven
para “estar bien”. ¿De verdad alguien está dispuesto a creerlo? De nuevo, el
vendedor del producto mágico que lo cura todo.
Especial malestar me causó la actuación del moderador.
Equidistancia entre ambos bandos. Desafortunadamente ya sabemos lo que eso
significa, dar un peso a los malos que no merecen. No se puede ser equidistante
entre víctimas y verdugos, charlatanes y pensadores, verdad y mentira.
Cuando vivía el dictador y España estaba atrasada, parecía
que todo en Europa era bueno. Han pasado las décadas y sigo pensando que
tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos del norte. Pero no es oro todo
lo que reluce: también estrellan aviones y hacen trampa con los coches. En
concreto en la homeopatía (y también en el caso de los productos ecológicos)
estamos sufriendo las consecuencias de ser europeos. Que los franceses,
alemanes o ingleses tengan una buena opinión de la homeopatía no dice nada
bueno en su favor y lo que es peor, influye negativamente en la legislación
comunitaria.
Durante el debate comencé a alarmarme con el auditorio: ¿Era
yo o me parecía que había una gran cantidad de profesionales de la salud
(médicos, enfermeros, farmacéuticos y veterinarios, muchas de ellas mujeres) favorables a la homeopatía?
Afortunadamente comprendí que había un sesgo en la audiencia: al debate iban
los homeópatas, el resto (alópatas) se había quedado en casa. Aun así, el
desasosiego era grande. La opinión pública tiene una extraordinaria opinión de
los médicos que comparto plenamente. Profesionales cultos, con dedicación, que
están al día y cuyo desempeño consiste en ayudar a los demás. ¿Cómo es posible
que en esta profesión haya (son pocos) algunos que presten oídos a la patraña
homeopática? Lo cierto es que como en el caso de nuestros vecinos europeos, no
es oro todo lo que reluce.
Como psicólogo, este debate (y otros) me hace plantearme
otra pregunta ¿Por qué creemos? ¿Por qué queremos creer? Una gran parte de la
población desea creer cosas irracionales. Es más, muchos están a gusto en
contra de la ciencia. Quizá porque piensan que son excluidos por los beneficios
de la ciencia, lo que es del todo falso. Quizá porque no la entienden. Quizá
por una pura rebelión. Quizá por ello toman un compuesto ultradiluido y agitado
que diseñó un médico alemán hace dos siglos y que no sirve para nada.
Suscribo la reflexión. De que la homeopatía pueda tener un efecto placebo a que tenga la capacidad de curar como medicamento hay una gran distancia.
ResponderEliminarSu postura es sesgada: intentas forzar el punto de vista de que todos los que asistieron fueron meramente homeópatas y ningún "alópata" y agregas que de los primeros son "pocos". Si aplicamos el pensamiento crítico me gustaría saber si eso lo intuyes por el evidente malestar (disonancia cognoscitiva) o porque realmente cuentas con una cifra que en este sentido respalde tu argumentación.
ResponderEliminarEl otro detalle es que si bien Boiron aparece como colaborador te falta el detalle de que Baos y Mulet no asistieron gratuitamente. Aceptar una cena de una fundacion y una empresa no es ampoco es conflicto de intereses? Si este detalle no te parece real o relevante el hechos de que estos dos pertenezcan a Círculo Escéptico o ARP SAPC.
Y por último, no veo ningún problema con la memoria del agua, existen varios estudios al respecto uno de ellos es el de Luc Montaigner.
Gracias.
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