El cerebro es masivamente paralelo. Cuando nos fijamos en algo, millones de neuronas trabajan a la vez. Al mismo tiempo, podemos respirar, andar, oír o pensar. Sin embargo, en actividades que requieren nuestra atención, la multitarea se reduce drásticamente.
Multitarea es la capacidad de realizar varias tareas al tiempo. En el mundo de los ordenadores es un concepto antiguo. Aunque en realidad la completa multitarea es difícil de conseguir. Un procesador es mil veces más rápido que la memoria y esta es mil veces más rápida que el disco. Si tenemos que cargar datos de disco a memoria, el procesador se queda parado esperando. Por ello se inventó la multitarea. En realidad, el procesador no realiza multitarea sino un cambio rápido entre tareas (aunque nuevos procesadores multihebra y multicore pueden hacerlo, para simplificar, consideremos que no). Si los recursos (por ejemplo, memoria) son suficientes, la multitarea mejora el rendimiento global. Pero si son escasos, el rendimiento disminuye. Es lo que ocurre con la paginación. Si cada vez que el procesador cambia de tarea tiene que volver a cargar datos de disco porque no cabían en memoria, el rendimiento global disminuye.
Algo parecido ocurre en el cerebro, aunque las analogías son siempre limitadas: conocemos bien los ordenadores pero poco el cerebro.
Los lóbulos frontales del cerebro, su parte más evolucionada y genuínamente humana tienen a su cargo varias funciones. Entre ellas se encuentra prestar atención, coordinar la información, solictar recursos y planificar actividades. Es la función ejecutiva del cerebro.
La atención puede ser de dos tipos. Divergente, dispersa, pendiente de varios estímulos a la vez en busca de algo relevante. O convergente, enfocada en un problema concreto ignorando el resto de estímulos.
No podemos realizar dos tareas simultáneas si estas son muy demandantes cognitivamente. Se producen los llamados cuellos de botella o embudos. Podemos cambiar de una tarea a otra, pero esto conlleva un gasto adicional de recursos (como la paginación de los ordenadores). Una tarea interfiere en la otra y el rendimiento de ambas se ve afectado. Además, las posibilidades de error aumentan.
Si estamos muy enfrascados en una tarea demandante, bloqueamos la información que proviene de otras tareas. Prueba a calcular mentalmente el resultado de la operación 37 x 43 mientras sigues leyendo este artículo. No puedes. El cálculo mental es demasiado exigente, se produce un cuello de botella, debes dejarlo todo para completarlo. No hay multitarea. A pesar de todo, la multitarea se mantiene a otros niveles inferiores y, aunque estemos muy focalizados en un pensamiento, hay recursos disponbles para mantener el contacto con el exterior. Por muy concetrado que estés, si alguien grita ¡Fuego! prestarás atención y olvidarás la tarea anterior.
¿Puedes andar y hablar a la vez? Sí, porque realizamos una de las tareas automáticamente. Andar no es una tarea que demande muchos recursos cognitivos. Está realizada por el tronco cerebral, la parte más primitiva del cerebro. Ello deja al córtex, la parte más evolucionada, libre para realizar otras tareas.
Las tareas motoras repetitivas pueden aprenderse. El cerebelo interviene en ello. Cuando aprendemos a montar en bicicleta, toda nuestra atención está puesta en la tarea. Con el tiempo, aprendemos, la tarea se automatiza y somos capaces de hacerla de modo inconsciente de forma que no requiere nuestra atención y el córtex puede dedicarse a otras cosas. Pero si encontramos obstáculos en la ruta, montar en bicicleta vuelve a ser cognitivamente demandante y debemos dedicar nuestra atención a esquivarlos, olvidándonos de lo que estabamos pensando.
¿Y qué ocurre con el procesamiento de la información de los medios sociales? ¿Podemos ver la televisión mientras chateamos y hablamos por teléfono? En un nuevo estudio se sugiere que no. El estudio se realizó con dos grupos de personas: los de elevada multitarea y los de multitarea moderada. Los primeros obtenían en general peores rendimientos. Ello es debido a que se distraían en todas las circunstancias. Sin embargo, cuando se trataba de integrar información de varias modalidades sensoriales, obtenían un mejor rendimiento.
Cada vez somos más multitarea. Esto no es necesariamente malo, pero debemos mantener la capacidad de profundizar en los asuntos que lo requieren. También organizar mejor las tareas de modo que la multitarea no nos impida dedicarnos a lo importante y que unas tareas no interfieran en las otras de forma que el rendimiento global sea peor.
Artículo publicado originalmente en ALT1040