Es común atribuir inteligencia a los animales más próximos a los humanos. La similitud y alto desempeño cognitivo de los grandes simios como los chimpancés es de sobra reconocida. Animales mucho más alejados evolutivamente como las aves, en concreto los cuervos muestran un comportamiento sorprendente y son capaces de usar herramientas. A pesar de su distancia evolutiva, los pulpos resultan ser objeto de un gran interés debido a su gran inteligencia.
Los pulpos son invertebrados. Se separaron de la línea evolutiva humana hace más de 500 millones de años. No tienen cráneo ni columna vertebral y su cerebro es extraño. Pero durante este tiempo han evolucionado por separado adquiriendo una notable inteligencia.
Dos animales primos de los pulpos han sido cruciales para el desarrollo de la neurociencia. Se trata de otros dos moluscos. El calamar tiene una neurona con un axón gigante. Hace medio siglo, Hodgkin y Huxley, investigando en el axón gigante del calamar descubrieron el mecanismo del potencial de acción, el medio por el que se transmite la corriente nerviosa en una neurona. Por ello recibieron el Premio Nobel en 1963. En otro molusco, una babosa gigante llamada Aplysia, Eric Kandel estudió los mecanismos genéticos y moleculares de la memoria. Kandel recibió el Premio Nobel en 2000.
El sistema nervioso del pulpo consta de 500 millones de neuronas, más que muchos peces y reptiles. De ellas 2/3 se encuentran en el cerebro y el resto en la base de los tentáculos. Es decir, cada brazo del pulpo tiene un comportamiento semi-autónomo y cuenta con más neuronas que muchos animales teóricamente superiores.
Los animales primitivos tienen un sistema de ganglios que controla una parte de su cuerpo. Un ejemplo de ello es el gusano en el que cada segmento está controlado por un par de ganglios. Los ganglios superiores que controlan la boca son más grandes, procesan más información y son por tanto más inteligentes. En los seres superiores se ha producido una gran frontalización y encefalización: la mayoría de la inteligencia se concentra en la cabeza que está al frente del cuerpo.
El pulpo ha evolucionado de una forma peculiar. por un lado mantiene el sistema de ganglios presente en los tentáculos. De otro tiene una gran cabeza. Al parecer, el cerebro viene de la fusión de muchos ganglios superiores. Son de destacar los lóbulos ópticos: los pulpos tienen unos ojos mucho más evolucionados que cualquier invertebrado e incluso que muchos vertebrados.
Los pulpos mueren al dejar descendencia. Eso implica que no pueden aprender de sus progenitores. Una característica muy notable de su comportamiento es su capacidad de imitar observando. De este modo aprenden de sus congéneres. Son también capaces de usar herramientas. Pueden abrir un frasco con tapón de rosca para extraer la presa de dentro. Transportan piedras e incluso cáscaras de coco para formar nidos y esconderse. Se escabullen de un tanque del acuario para comer las presas de otro tanque y vuelven a su lugar sin ser descubiertos por los cuidadores. Se aburren y deprimen en un acuario con poca estimulación. Se mimetizan cambiando de color para ocultarse de los depredadores. Son, en definitiva animales que han evolucionado de manera convergente a los humanos para desarrollar una inteligencia inesperada en un invertebrado.
El pulpo Paul, oráculo de la selección alemana en las citas internacionales, saltó a la fama por su capacidad de predicción, aunque el asunto no deja de ser una anécdota. Pero lo cierto es que nos hemos visto obligados a actualizar el Cociente de Inteligencia (IQ) de los pulpos. Algunos incluso comienzan a atribuirles alguna forma de conciencia.
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